Una perspectiva desde las epístolas pastorales
Las exhortaciones de Pablo para Timoteo y Tito
Repasar los mandatos y exhortaciones personales que el apóstol Pablo les da a estos dos pastores también arroja muchísima luz sobre cuáles son algunas de las cosas que señalarán una sólida posición de un ministro frente a los falsos maestros. Ya que las epístolas pastorales fueron escritas en el marco de una dura batalla contra estos mentirosos, las exhortaciones apostólicas funcionan a la vez como mandatos y como salvaguardas. Timoteo tenía la responsabilidad de «mandar que algunos no enseñen diferente doctrina» (1Ti. 1:3), pero esto a su vez se le volvió a encargar (1Ti. 1:4).
No es un asunto menor el que inicialmente plantea Pablo a Timoteo que coincide con la razón por la que también dejó a Tito en Creta (Tit. 1:5), cualquier pastor tiene «el imperativo moral de examinar lo que se proclama en nombre de Jesús, y de exponer y condenar las falsas enseñanzas y los comportamientos no bíblicos»[1]. La confrontación no es opcional en la posición del pastor. Relacionado esto se les recuerda que el sufrimiento es parte de este cuidado pastoral (2 Ti. 1:8; 2:3–7; 3:12), y en el caso de Timoteo está explícitamente mencionado que la voluntad de vivir piadosamente contrae persecución (1 Ti. 3:12).
¿Se supone que el sufrimiento podrá ser evitado cuando es el resultado de una vida piadosa, lo cual es uno de los requisitos para un pastor? (1 Ti. 4:7). Claro que no. Inmediatamente a la exhortación de padecer persecución, Pablo menciona a los malos hombres que engañan y son engañados, y luego recuerda que la persuasión o convicción es parte del remedio que asiste a un pastor frente a los falsos maestros (2 Ti. 3:14). Todo pastor debe tener plena convicción de lo que cree y enseña. Debe cuidar su propia vida para ser de provecho a otros (1 Ti. 4:16). Los pastores son exhortados a modelar con su ejemplo (1 Ti. 4:12; Tit. 2:7), algo que es el resultado de considerar a Jesucristo (2 Ti. 2:8) y por lo tanto reflejarlo, tanto evitando el ser contencioso y a la vez mostrando amabilidad y enseñando a pesar de recibir reproches (2 Ti. 2:24).
El pastor no puede ser ignorante de las características contemporáneas de las falsas enseñanzas como lo fue en el tiempo de Timoteo y Tito (1 Ti. 4:1–6; 2 Ti. 2:16–18; Tit.1:11–16). ¿Cuáles son las enseñanzas que derivan de las mentiras antiguas? Ideología de género, ateísmo, evolucionismo, etc. ¿Cómo se prepara el pastor? Es claro que Pablo se dirige tanto a Timoteo como a Tito con respecto a las fábulas de su tiempo (1 Ti. 1:4; 4:7; Tit.1:14), él tenía la intención de que ellos no estuvieran en ignorancia acerca de estos movimientos judaicos de su tiempo con los cuales seguramente Pablo había batallado. Y por eso les habla de estas fábulas las cuales con toda probabilidad «deben tener que ver con interpretaciones alegóricas o legendarias del Antiguo Testamento centradas en los pedigríes de los patriarcas»[2]. Entonces, esto es una parte importante en la posición y protección del pastor con respecto a los falsos maestros que derivan de exhortaciones y mandatos.
Al considerar el vocablo mandato es necesario destacar que el concepto de autoridad pastoral está presente de manera diáfana en las epístolas pastorales, al menos en la primera carta a Timoteo (1 Ti. 4:11; 5:7; 6:17). En una cultura decadente en aumento, los pastores no pueden permitir que sus vidas y las de sus congregaciones claudiquen dejando de ser sal y luz. Y por cierto que pastores sin una nota da autoridad bíblica condenarán a sus iglesias a un llano desvío porque:
«El ejercicio de la autoridad está diseñado para servir al bienestar de aquellos bajo su cuidado… Esta autoridad debe ser dirigida por la Palabra de Dios. Los ancianos son responsables de buscar en Él sabiduría y dirección en el cuidado del rebaño. Esta sabiduría y dirección se encuentran en la Palabra de Dios a través de la iluminación del Espíritu Santo… Por lo tanto, el ejercicio de la autoridad en la iglesia siempre debe basarse en las Escrituras»[3].
Debe entenderse entonces que los mandatos son la consecuencia de una comisión dada por el Señor Jesucristo como Príncipe de los pastores (1 P. 5:4).
III. El llamamiento a proteger la iglesia
Nada proveerá la mayor inercia en la vida del pastor que recordar que la iglesia es propiedad de Cristo. Ella fue ganada «con su propia sangre» (Hch. 20:28); y Cristo dijo que edificaría Su iglesia (Mt. 16:18). Y en la misma dirección Pablo le dijo a Timoteo que debía conducirse correctamente en la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3:15). Las cartas pastorales dejan en claro que la comprensión de esta verdad define en gran medida la manera en que un pastor ejerce su ministerio en general, pero muy especialmente frente a la amenaza de los falsos maestros.
En esa recordada declaración de la iglesia ganada con la sangre de Cristo, Pablo está exhortando a los ancianos a que pastoreen la iglesia. De allí la relación directa entre el buen pastoreo de un anciano y la convicción de que los pastoreados no son de su pertenencia. No se puede desligar la protección de las ovejas de una adecuada alimentación. También ya se ha considerado someramente cómo la enseñanza es el medio por el cual el pastor sostiene la vida de las ovejas. En los requisitos para los ancianos, «apto para enseñar» (1 Ti. 3:2) aparece casi inmediatamente en la lista de cualidades necesarias. El buen ministro de Cristo está definido como alguien que enseña a los hermanos (1 Ti. 4:6) y parte de su ocupación principal es la enseñanza (1 Ti. 4:13). Tanto al final de la primera como de la segunda epístola a Timoteo, Pablo parece enfatizar este punto (1 Ti. 4:13–14; 2 Ti. 4:1–2) y también a Tito (Tit. 3:8). Jesús dijo que sus ovejas oyen su voz y le siguen (Jn. 10:17), por lo tanto el pastor tiene que trazar bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15) lo cual requiere estudio, dedicación y esfuerzo (1 Ti. 5:17).
El pastoreo con enseñanza ha de ir acompañado de la vigilancia, ya que los falsos maestros tienen como fin arrastrar tras sí a los discípulos (Hch.20:30). La vigilancia está implícita en algunos textos de las epístolas, como es el hecho de poder gobernar la iglesia de Dios (1Ti. 3:5); tener en claro el conducirse adecuadamente (1 Ti. 3:15); el ocuparse en el cuidado personal (1 Ti. 4:15–16); en no imponer las manos con ligereza a ninguno (1 Ti. 5:22) y guardando lo que se le fue encomendado (1 Ti. 6:20). A Tito le recuerda que debe velar con atención sobre aquellos que causan divisiones (Tit. 3:10–11). Estos textos resaltan la tarea pastoral y protectora del pastor tan necesaria para confrontar a los falsos maestros. No es posible pasarlos por alto sin tener consecuencias serias y lamentables tanto personales como colectivas.
Conclusión
A lo largo de este ensayo se ha buscado obtener un panorama suficientemente amplio y variado desde las epístolas pastorales sobre cómo debe un pastor hacer frente a las influencias de los falsos maestros y cómo cuidar a su congregación. Restaría considerar otros aspectos que subyacen frente a la batalla continua de un pastor. A veces, la mejor manera de ser liberado de una dura controversia es evitándola de antemano, y eso es lo que Pablo le manda a Timoteo, «apártate de los tales» (1 Ti. 6:5). El mismo apóstol había sido un ejemplo a seguir en este sentido (Hch. 19:9). El pastor no debe salir a buscar a los lobos, pero debe enfrentarlos cuando vienen.
Un aspecto un tanto más subjetivo tiene que ver con la fortaleza interna que sostiene al pastor en su batalla contra los falsos maestros. De esta manera, el apóstol Pablo exhorta a Timoteo a esforzarse en la gracia que provee Cristo Jesús (2 Ti. 2:1), y este es el mandato de oro con el cual el apóstol inicia uno de los segmentos más importantes de las epístolas pastorales. El soldado, el atleta y el labrador son solo ilustraciones que pintan mejor el cuadro de un pastor batallador. Sin la continua suficiencia en la gracia de Cristo será imposible hacer frente a los falsos maestros y como consecuencia será inviable proteger a la congregación. Tito también recibe una idea similar al recordarle el apóstol que la gracia se ha manifestado y tiene un profundo efecto didáctico sobre la vida piadosa (Tit. 2:11–13).
También hay un asunto clave que todo pastor debe tener en cuenta en su batalla contra falsos maestros y sobre el cual ha de velar predicando el evangelio únicamente. Tiene que ver con la gracia versus la obras; la primera proclama «que Dios en Cristo logró la salvación sin esfuerzos humanos […]. La otra categoría es las del logro humano, donde los hombres intentan ganar la salvación con sus propios esfuerzos mediante buenas obras, ceremonias o rituales»[4].
Pero sobre todas las cosas, el pastor no ha de olvidar al Juez de los vivos y los muertos y, en base a esto, se mantendrá firme predicando la palabra, instando en todo momento, reprendiendo y exhortando (2 Ti. 4:1–2). El contacto con las Escrituras es el elemento crucial para que un pastor resista a los falsos maestros, no solo su lectura sino también su meditación y estudio y, oportunamente, su proclamación. Y esto lo hará frente a todos aquellos que buscan maestros conforme a sus propios deseos (1 Ti. 4:3), y es la única forma segura en que se logrará contrarrestar la antigua pregunta diabólica que pone en duda lo que Dios ha dicho (Gn. 3:1).
[1] John MacArthur, Charismatic Chaos (Grand Rapids, Mi: Zondervan, 1992), 15.
[2] William Hendricksen, The Pastoral Epistles (Peabody, MA: Baker Books, 1987), 44.
[3] Timothy Witmer, The Shepherd Leader, 89-90.
[4] John MacArthur, 2 Timothy, The MacArthur New Testament Commentary (Chicago, IL: Moody Press, 1995), 17.
Add comment