Blog de Ante Su Palabra

Capacitados para cualquier situación

Los pastores tratan con diferentes personas y en diferentes circunstancias. No en todas ellas poseen el conocimiento experiencial a cabalidad para poder estar a la par de aquellos a quienes aconsejan. Sin embargo, la autoridad en la consejería no proviene de la experiencia adquirida sino de la palabra de Dios. Es muy fácil olvidarse de esto y por eso me gustaría compartir algunas cosas que pueden ayudarte a despejar dudas y realizar tu tarea pastoral con confianza y en amor.

La Palabra de Dios es el principal recurso

Creo que hay situaciones en las que algunos podrían plantear diferentes escenarios donde el pastor que aconseja no está «a la altura de la experiencia» de quien recibe el consejo. ¿Te ha ocurrido?

Pastores que no tienen hijos, por ejemplo, pueden ser cuestionados a la hora de aconsejar sobre los hijos. Pastores que aún no se han casado pueden ser cuestionados si dan consejos sobre el matrimonio. Pero también pastores que no han atravesado tribulaciones duras podrían ser cuestionados por quienes reciben consejo sobre cómo enfrentar la prueba.

Sin embargo, encontramos en la palabra de Dios que el apóstol Pablo dio mandatos sobre el matrimonio sin estar casado (1 Co. 7:7-8); dio también mandatos sobre cómo criar a los hijos (Col. 3:21; Ef. 6:4). Se podrá objetar que Pablo era apóstol, sin embargo lo que dice lo hace sobre la base de la palabra de Dios. Cuando habla del matrimonio, cita la Escritura (Ef. 5:32). Cuando habla de los hijos o a los hijos, cita la Escritura (Ef. 6:2). No sabemos si Timoteo era casado, pero sí sabemos que era muy joven estando en el ministerio. Sus responsabilidades pastorales abarcaban el trato con personas de diferentes edades y condiciones (1 Ti. 5:1-3). El apóstol le indicó a Timoteo que debía ejercer su ministerio de enseñanza sin preocuparse por lo que otros opinaran (1 Ti. 4:11-16). La palabra de Dios era suficiente para que él tratara con cada uno.

Lo mismo se puede decir sobre situaciones que conciernen a diversas tribulaciones. Un pastor no necesariamente debe haber perdido un hijo para aconsejar a un matrimonio que sí lo ha perdido. No debe haber perdido a su esposa para aconsejar a alguien que ha enviudado. No debe estar atravesando un cáncer para asistir a alguien que sí lo esté padeciendo. Cuando un pastor aconseja y del otro lado encuentra respuestas como, «pastor, usted no sabe por lo que estoy atravesando»; «pastor, usted lo dice así pero no tiene idea de lo difícil que es esto», es entonces cuando necesita recordar que la Escritura y no la experiencia es la que determina la autoridad para aconsejar. La experiencia ayuda pero no es determinante. El salmista reconoce que su entendimiento es superior a las personas de edad debido a su cuidado en guardar la palabra de Dios (Sal. 119:100).

Cuando Pablo escribió a los creyentes de Corinto les dijo que Dios le consolaba en todas sus tribulaciones para que a su vez, ellos pudieran consolar a quienes estuvieran cualquier aflicción de manera que todos recibieran el mismo consuelo (2 Co. 1:3-4). ¿Lo ves? Porque el fundamento para aconsejar y consolar proviene del Dios de toda consolación, no de la experiencia del pastor.

Empatía ministerial

Claro está que un pastor no puede lanzar versículos como una metralla a quien está aconsejando. Pero debe mostrar empatía. La mejor evidencia de esto es saber escuchar. Esto es algo que los amigos de Job no supieron hacer, ellos hablaron y juzgaron a Job sin prestar atención a lo que le ocurría. El pastor empático está oyendo porque está interesado en entender por lo que alguien está atravesando, pero especialmente porque quiere utilizar la palabra de Dios correctamente. Puede acompañar y escuchar al hombre que ha perdido a su esposa para luego citarle el Salmo 107 mostrándole cómo Dios libró una y otra vez de la aflicción a quienes clamaron. Puede acompañar y escuchar a la mujer que atraviesa un cáncer para luego citarle 2 Co. 4:16-17. Puede estar tratando con una esposa a quien su marido la ha abandonado en infidelidad para citarle Isaías 54:5.

Lo más importante de todo es que argumentará únicamente sobre la base de la palabra de Dios para que sea esta la que se exponga como un testimonio vivo de que Dios sabe por lo que atraviesan los que sufren.

Sufrimiento universal

En última instancia, el pastor debe recordar que el sufrimiento es parte de este mundo pecador (Job 5:7), y que es imposible evitarlo porque la tribulación forma parte de esta vida pasajera (Jn. 16:33). El libro de Job, se entiende que forma parte de la historia temprana de las Escrituras, mucho antes de que Moisés escribiera el Pentateuco. Un libro ampliamente objetivo para visualizar lo que es la aflicción, cómo mirarla y qué lecciones aprender. Es como si Dios hubiera dicho al hombre: «Lo primero que voy a decirles es que hay aflicción en el mundo, por eso espero que esta historia les ayude a estar preparados».

Los pastores necesitamos ver la teología bíblica del sufrimiento para no caer en un laberinto complicado de razonamientos sombríos de parte de aquellos que atraviesan tribulaciones. No podemos dar una solución a aquello que Dios ha decretado desde un inicio. Mientras el mundo exista, el pecado existirá y las enfermedades y tragedias existirán. Tanto los incrédulos como los creyentes las atraviesan. La diferencia es que los creyentes pueden encontrar en la soberanía y providencia de Dios un propósito único (Sal. 138:8; Ro. 8:28; 8:37-39).

Cumple tu ministerio

Continua leyendo la palabra de Dios, familiarizándote de la teología bíblica del sufrimiento y de cómo los personajes bíblicos que los atravesaron pudieron levantar sus cabezas y continuar confiando en Dios. Persiste en saber desde las Escrituras cómo ha de ser un hijo de Dios piadoso, sea padre, madre, hijo, etc. Las relaciones interpersonales están contempladas en la Biblia y siempre hay un recurso de parte de Dios para que estas funcionen dandole a El la gloria. No te amedrentes por tener que enfrentar una situación para la cual no tienes la experiencia de haberla vivido. Solo mantén la palabra de Dios morando en abundancia en tu corazón (Col. 3:16), aprende a escuchar con atención y resiste a la tentación de querer dar una solución que no tienes. Solo Dios pueda tratar con el corazón del hombre y cada circunstancia que vive (Pr. 20:27). Cumple tu ministerio usando las Escrituras y encomienda el resto a la mano soberana de Dios.

Ricardo Daglio

Ricardo estuvo pastoreando por 16 años en Salto, Uruguay. Desde el 2008 pastorea la Iglesia Bíblica de Villa Regina (UCB) en Villa Regina, Río Negro, Argentina. Está casado con Silvina y tienen tres hijos: Carolina, Lucas y Micaela. Se graduó en el Instituto Bíblico de la Unión de Centros Bíblicos, Argentina; continuó y finalizó su capacitación en el Instituto Integridad y Sabiduría y ahora está cursando su Maestría en Ministerio Bíblico (MMB) en The Master's Seminary.

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