Nunca fui bueno para las ciencias exactas, de hecho siempre traté de eludirlas porque me generan cierta molestia que no parece que puedo manejar muy bien. No obstante esto, tengo que reconocer que mucho de esta actitud tiene que ver con la forma en que recibí la instrucción sobre el tema en mi etapa de estudiante. Hace muchos años durante mi paso por la educación secundaria batallé con las ciencias exactas salvo en dos oportunidades en que dos profesores de Matemáticas y Física me demostraron que la manera de transmitir lo que sabían lograban que mi confrontación con estos temas se hiciera mucho más leve. Ellos tenían una cualidad en común: Eran aptos para enseñar.
Examinemos esta cualidad pastoral a través de cuatro vías de ayuda.
1. Repasar el concepto: ¿Qué es y qué no es «apto para enseñar»?
Cuando el apóstol Pablo le escribió a Timoteo y Tito incluyó en sus mandatos de la búsqueda de ancianos para las iglesias locales este requisito de hombres que sean aptos para enseñar. Aunque no lo decimos, lo pensamos: Leemos «apto para enseñar» y pensamos únicamente en la capacidad de predicar. ¿Es esto así?
Todas las calificaciones para el ministerio pastoral en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 se enfocan en el carácter excepto una sola: Apto para enseñar. El griego lo expresa de una forma que es igualmente clara para el hispanohablante: didáctico. ¿Qué es lo que realmente esto significa? ¿Tiene que ver con la elocuencia? ¿Con el carisma o el tono de voz?
¿Predicar o enseñar?
La predicación tiene que ver con la exhortación, amonestación y proclamación. Sin embargo, la enseñanza tiene que ver con la transferencia de información. Apto para enseñar tiene que ver con la capacidad de poder comunicar, y de transferir información inspirada, sana doctrina. Si bien 1 Timoteo 5:17 indica con claridad que algunos ancianos tiene un ministerio público significativo y consistente, no es lo que estamos viendo en 1 Timoteo 3:2.
La transferencia de información ocurre en todo contexto didáctico. Sin embargo, el asunto es de qué manera esta transferencia afecta a los enseñados o los oyentes. Tenemos que recordar que el poder está en la Palabra de Dios y no en la capacidad del pastor o quien enseña. Sin embargo, el contenido de esta enseñanza naturalmente debe producir el efecto para lo que fue destinada: La santificación de la congregación. Dios ha prometido que Su palabra no vuelve vacía (Is. 55:11). Siempre que hay cambios en la vida de los hijos de Dios son el resultado de la obra de la Palabra de Dios. Son cambios que se producen por medio de la voz escrita de Dios. Es la acumulación de información una tras otra de forma sistemática a través de un hombre que, justamente, es apto para enseñar.
Una persona apta para enseñar posee la capacidad de aplicar adecuadamente la sana doctrina de tal manera que los oyentes puedan crecer en el conocimiento práctico de la Palabra de Dios porque esta actúa en ellos (1 Tes. 2:13). Apto para enseñar, como resultado empírico se observa cuando la Palabra de Dios fue enseñada de tal forma que penetró hasta partir el alma, las coyunturas y los tuétanos y pudo discernir los pensamientos y las intenciones del corazón y dejar el corazón del oyente al descubierto (He. 4:12). Tal oyente percibirá una reforma consistente en su corazón que lo hará más semejante a Cristo en su propia vida.
2. Recordar la motivación: Alimentar y proteger al rebaño
La enseñanza de las Escrituras es el medio principal por el que se alimenta a las ovejas. La alimentación de las ovejas es una de las dos tareas principales del pastor juntamente con la que tiene que ver con la protección de ellas. Prácticamente todo lo que conocemos sobre la tarea del anciano acerca de la enseñanza surge de las epístolas pastorales. Esto permite entender mejor la motivación que hay detrás de esta tarea.
Alimentar
Un pastor no puede alimentarse de aquello que no conoce. Así Timoteo es exhortado en 1 Tiimotep 4:6 a nutrirse (voz pasiva, una acción que se recibe). Lutero nunca podría haber enfrentado como lo hizo a la iglesia católica si no hubiera manejado con mucha habilidad la doctrina de la justificación por la fe. Se nutrió profundamente del tema antes de confrontar a la curia católica. Así, entendemos la importancia de 2 Timoteo 2:15 sobre «presentarse aprobado» y que «usa bien» (traza bien) la palabra de verdad. Esto es lo que hace alguien que enseña.
¿Y por qué? Bueno, su responsabilidad es alimentar al rebaño, pero finalmente sus ovejas no son suyas sino de Cristo. ¿Y qué dijo Cristo? «Mis ovejas oyen mi voz» (Jn. 10:27). La pregunta es ¿cómo oyen la voz de Cristo sus ovejas? Creemos en la inspiración plenaria de las Escrituras, y entonces, el estudio diligente, hace que el hombre que es «apto para enseñar» pueda trazar con tanta pericia la palabra de Dios que finalmente las ovejas oigan la voz de Cristo y no las ideas propias del pastor. Esto debe motivarnos. «Así dice el Señor» continúa siendo la prioridad de cualquier pastor.
Proteger
Solo quiero mencionar aquí algunas cosas con relación al asunto de «apto para enseñar». Todo lo que conocemos desde las epístolas pastorales fue dado a pastores que luchaban con los falsos maestros. De hecho, en Tito 1:9-10 juntamente con el requisito de la enseñanza para el anciano, se nos da inmediatamente la razón: Tiene que ver con habladores de vanidades y mentirosos. Esto es desgastante. Jeremías casi no quiso enseñar más por causa de esto. Mientras él enseñaba sobre la destrucción para proteger y preparar al pueblo, los falsos profetas hablaban de paz. Jeremías 23 es fabuloso para entender esto. Lo que quiero decir es que esto también es una motivación para la correcta enseñanza, para el traspaso de información puntual: la protección del rebaño.
3. Reforzar la aptitud: El conocimiento de las Escrituras
La aptitud es la capacidad para operar competentemente en una determinada actividad, habilidad, capacidad, facultad o potencial. Quiero sustentar y ahondar en lo anterior un poco más. El pastor debe conocer bien su Biblia para enseñar bien y cada vez mejor. Todos los recursos sanos que pueda aprovechar para profundizar su teología tiene que aprovecharlo. Sin embargo, nada es más útil para reforzar la aptitud que la Biblia misma. El libro más largo de la Biblia comienza recordando quién es el hombre bienaventurado. El capítulo más largo del libro más largo de la Biblia trata de la Biblia. El pastor necesita saber quién fue Is-boset; quién fue Barzilai; quién fue Og y Sehón; quién fue Jael; el pastor debe poder manejar un radar de teología bíblica para saber qué ejemplos usará al enseñar tanto desde el púlpito o en las casas, o aconsejando o respondiendo un Whatsapp. Debe leer la Biblia cada día, todos los días, todos los años. Debe «transitar» por ella como Esdras que «inquirió» (Heb. darash – caminar sobre) la ley para cumplirla y para enseñarla (Esd. 7:10).
4. Reflexionar en la tarea: Edificar la Iglesia
Finalmente, quiero que reflexionemos bien sobre la tarea. El mismo Jesús que le dijo a Pedro «Yo edificaré mi iglesia» (Mt. 16:18) también le dijo al final «Apacienta mis ovejas» (Jn. 21:17). Hay una relación directa entre ambas cosas. Van de la mano, pero realmente es Dios quien ve cabalmente cómo es edificada su iglesia. Isaías 28:13 dice: Por lo cual la palabra del Señor para ellos será: «Mandato sobre mandato, mandato sobre mandato,
línea sobre línea, línea sobre línea, un poco aquí, un poco allá». Y recordemos que la edificación de Dios es por fe (1 Ti. 1:4). Y tampoco olvidemos Efesios 4:11-12 «Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».
No olvidamos Efesios 4:11-12 «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». Cada vez que abrimos la Biblia, lo hacemos para enseñar, no para mostrar lo que sabemos. Cada sermón preparado con devoción, con teología, con la búsqueda de los vocablos que mejor se ajusten a las ovejas que pastoreamos, nunca será en vano. No importa que parezca que uno rema en dulce de leche muchas veces. La palabra de Dios no vuelve vacía.
El pastor Matt Smethurst suele recordar que los sermones son como las comidas; no recordamos la mayoría de ellos, pero sólo estamos vivos porque los hemos consumido. Y el pastor Sam Emadi añade: «Si la cadena de suministro de alimentos se colapsara, ¿preferirías que alguien te diera un pancho o frankfurter o completo en un plato de papel todos los días o una comida gourmet en porcelana fina una vez al mes? Un hombre apto para enseñar sabe entregar comidas nutritivas a su pueblo, aunque no todas tengan buen sabor».
Si eres uno que enseña, deja que la enseñanza gotee como la lluvia, y que destile como el rocío el razonamiento (Dt. 32:2) Pastores amados: La enseñanza es el medio por el cual el pastor sostiene la vida de las ovejas. En los requisitos para los ancianos, «apto para enseñar» (1 Ti. 3:2) aparece casi inmediatamente en la lista de cualidades necesarias. El buen ministro de Cristo está definido como alguien que enseña a los hermanos (1 Ti. 4:6) y parte de su ocupación principal es la enseñanza (1 Ti. 4:13). Tanto al final de la primera como de la segunda epístola a Timoteo, Pablo parece enfatizar este punto (1 Ti. 4:13–14; 2 Ti. 4:1–2) y también a Tito (Tit. 3:8).
Y recuerda que «Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad» (Dan. 12:3)
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